martes, 29 de octubre de 2013

Tejo del Arroyo Barondillo


Tejo del Arroyo Barondillo, Rascafría, Comunidad de Madrid

Siempre estaré en deuda con esta Tejera. Por muchos años que pasen, la influencia que ejerció en mí persona en el verano de 2008 ha marcado muchos cambios en mi manera de ver la vida.
Siempre me ha gustado escaparme en soledad (aunque ya sé que no debería ir solo), a pasear por los llamados bosques singulares o a la búsqueda de ejemplares increíbles por su tamaño o su belleza. 
Alguien me habló de la única Tejera viva en la Comunidad de Madrid, en lo alto de Rascafría, en la parte que es propiedad de la Sociedad Belga de Pinares de Navacerrada.
Me documenté y sin pensarlo me encaminé a una maravillosa excursión de tres horas por maravillosos pinares de Pinus sylvestris, llamados también Albar, o de Valsaín.
Para encontrar los tejos (algunos de ellos enormes aunque el más grande es el de la fotografía), al final del sendero, se ha de cruzar el Arroyo Barondillo, que en estas fechas veraniegas ya no va demasiado caudaloso y se cruza con relativa facilidad.
El tejo de la fotografía, está catalogado como el ser vivo más añoso y veterano de la Península Ibérica. El estudio dendrocronológico de su edad a través de sus anillos es imposible ya que se trata de un ejemplar con cavidades huecas, madera muerta a lo largo de su perímetro y numerosas zonas en putrefacción, pero ha sido estudiado en paralelo a través de los anillos de sus congéneres, datando su nacimiento y germinación cerca del siglo VI de nuestra era. Es decir, puede tener cerca de 1500 años de existencia.
Dicen que los tejos tienen alma, que están más cerca del cielo que de la tierra. 
Dicen que son tóxicos, que sus ramas han sido usadas como veneno, y sus frutos, dependiendo que especie los coma, tremendamente poco digestivos (incluso mortales si se toman junto con líquidos).
A mí me dió la vida. Provocó la extrema exhaltación física de mi corazón, y llegó a ser la clave para tomar la decisión definitiva de arreglar alguna tuberia desgastada.
Prometí volver ya que no pude ver el ejemplar milenario en mi primera visita, y así, poder agradecerle y decirle, que despues de haber leido tanto sobre él, ahora al compartir esta experiencia, ya entiendo por que es el árbol de la vida y la muerte, del nexo del suelo y de la tierra hasta el cielo.

Lo hice en 2009 y nunca lo olvidaré. Gracias

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