lunes, 17 de marzo de 2014

Árbol de Josué. Death Valley. Mojave, California

Árbol de Josué. Death Valley. Mojave, California

Una vez leí que la vida se desarrolla a pesar de que aparentemente sea imposible que así sea. Cuando a una especie se le modifica su estatus natural, reacciona adaptándose a las nuevas condiciones y crea un nuevo ser más fuerte y mejor. Cuando conoces el Valle de la Muerte con temperaturas por encima de los 50ºC buena parte del año, crees que nada puede haber vivo allí. Sin embargo, no es así, ya que la vida sigue adelante siempre y en todo lugar, y así plantas como esta maravilla o animales asocian su naturaleza a este ecosistema y como no, producen vida.

Los sitios por los que pasamos son los que nos marcan, tanto para nuestras experiencias positivas como para las negativas. Todas las personas asociamos nuestra vida y lo que nos ocurre en ella, con los sitios donde estamos en esos momentos. Nuestra casa, la de nuestros padres, nuestros viajes o las casas de nuestros amigos, así como los lugares donde hemos trabajado.

Pero es seguro que todos tenemos entornos especiales. Aquellos lugares donde bien por casualidad o bien por estar en ellos, hemos desarrollado experiencias agradables, o por qué no, sentimientos especiales. Muchas veces se desarrollan sin que aparentemente influyan estos sitios, aunque la mayor parte de las veces, esos sentimientos, no serían ni existirían sin contar con esas ubicaciones.

Por eso me empeño en valorar el cuidado, amor y respeto por nuestros entornos. Nadie que haya conocido, tiene recuerdos especiales de sitios degradados, o sucios y malolientes. Sin embargo todo el mundo, esboza sonrisas cuando está cerca de un lago de montaña, en el amanecer en el horizonte o una bella puesta de sol frente al mar en las magníficas playas de Cádiz. Suele ocurrir además, que procuramos pasar nuestros ocios en sitios agradables, bonitos y la mayor parte de las veces naturales. No sé si el entorno mejora las sensaciones, o las sensaciones y experiencias mejoran el entorno. Quizás sean ambas cosas a la vez, uniéndose una vez más, en las referencias que he expresado muchas veces de que pertenecemos a un todo como parte de él, no pudiéndonos aislar. Efectivamente, sin lugar a dudas, es una simbiosis perfecta, mejorando ambas, experiencias y entorno, a la vez.

Y mejoramos el entorno, por que pertenecemos a él, como parte importante del mismo. Pero no como dueños sino como habitantes de un planeta maravilloso inmenso para nosotros, pero una auténtica gota de agua en el mar del universo.

No he tenido entornos naturales en mi infancia, salvo parques en la ciudad, por lo que creo que cada persona tiene internamente genes que te derivan naturalmente hacia un sitio u otro, ya que siempre me han influenciado de manera tremenda, las montañas, el campo o los animales, a pesar de no haber tenido dichas influencias en el desarrollo de mi personalidad.

Por eso he rendido un homenaje personal a esos sitios, que para mí han influido de modo importante en mi vida y espero sigan influyendo en mí y en los míos para siempre. De igual manera me gustaría que mi equilibrio futuro siempre estuviera adoquinado a esos entornos