lunes, 9 de diciembre de 2013

Olmo "EL Pantalones" Jardín Botánico Madrid

 Olmo "EL Pantalones" Jardín Botánico Madrid

Me encanta ir a pasear al Jardín Botánico. Todas sus estaciones son majestuosas, ya que es tal la cantidad de ejemplares de diferentes especies que siempre te asombra algo. Pero lo que más me gusta son los dos euros que se pagan por entrar. Yo lo tomo como una bendita subvención para la subsistencia del jardín, pero lo cierto es que supone olvidarte de las masas del Retiro y disfrutarlo sólo o en compañía de personas que valorar el entorno, o de estudiantes con ganas de formación, o de guías especializados que siempre me atienden amablemente ante cualquier duda. 
Me encanta disfrutar de la Terraza de los Laureles y de su exposición permanente de Bonsáis. Pocas poblaciones pueden tener un museo con estas calidades, que sumado al Museo de Alcobendas hacen de Madrid un sitio privilegiado.
Llevo muchos años queriéndome apuntar a las charlas del botánico los jueves por la tarde, pero mi ubicación familiar y el trabajo diario me arrastran a perdérmelo. Seguro que termino haciéndolo.

Espero que con estas líneas, no se me llene el jardín más botánico de Madrid, y pueda seguir leyendo a los pies de los grandiosos Almeces del parque, o por qué no, en compañía de su anciano más prestigioso, nuestro amigo El Pantalones.
Olmo grandioso, y de forma singular, asemeja unos pantalones dados la vuelta. Posee una forma singular y rara para ser un olmo, y es tan alto que se puede ver prácticamente desde todo el jardín, sobre todo en invierno, donde evitamos la tremenda frondosidad del resto de los especímenes.
Me gusta mucho el Botánico, por mi manera de ser y por mi principal afición, pero tengo otra pasión cercana. Cuando acabo, me acerco siempre a mi terraza preferida, al Café del Botánico. Si te sientas en su terraza y te tomas un café (otra de mis pasiones internas) puedes ver el Gran Madrid. Por un lado, el Museo del Prado, por el otro el Real Jardín Botánico, más allá la Iglesia de los Jerónimos, hacia arriba, el Retiro y de frente el más bonito de los hoteles madrileños, el Palace Hotel. Pero sin duda, eso no sería nada si no los acompañasen los árboles singulares que colindan todos estos edificios increíbles. El gran Almez y los grandes Cedros del Líbano del Museo del Prado, así como Cedros, Pinsapos, Piceas del Himalaya, Magnolios y Plátanos del Paseo del Prado



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