Pino albar de la Cadena, Navacerrada, Madrid
El pino de la Cadena es uno de esos árboles con una bella historia.
Si alguien conoce la zona, es bien sabido que se trata de una montaña muy explotada en cuanto a sus recursos naturales en general y sus recursos madereros en particular. La sierra de Navacerrada, es, sin duda, un oasis en el desierto de hormigón que es Madrid, pero un oasis pletórico de gente y de presión económica y social.
Así se desarrolla una actividad tremenda cada fin de semana, ya que existe un deporte favorito entre los madrileños llamado "vamos a la sierra". Normalmente la gente equivoca la sierra con los establecimientos de hostelería y las grandes comilonas, para terminar andando no más de diez minutos para ver que los árboles existen (o los pinos, que es lo único que distingue la gente) y volver al atasco de vuelta a la ciudad.
Y digo que esta sierra también ha sido explotada en gran medida en sus recursos madereros, a pesar de la imagen de bosque que encuentras si te adentras más de los diez minutos habituales.
Sin embargo, no ha sido demasiado degradada en este aspecto, debido, a que ha sido gestionada de modo sostenible y ha sido renovada continuamente por la empresa que posee los derechos sobre la madera. Mucho tiene que ver esta sostenibilidad, con los ancestrales modos de vida de las personas de estas zonas, que vivían de dicha madera o bien de bajar neveros para Madrid cargados con animales de carga.
Curioso es, que actualmente, esta gente que sigue viviendo de la existencia de los mismos recursos, da la espalda a los mismos y no "sostiene" sus proporciones de cantidades de gente o entornos, importándole poco el daño que se produce cada semana a estos bienes naturales debido a las masas de gente. (Hemos de agradecer a la empresa que gestiona los deportes de invierno la limitación de gente en las estaciones, que ha favorecido en gran medida evitar el destrozo en las inmediaciones de dichas pistas)
Por estos modernos motivos, puede ser que nuestro Pino de la Cadena esté ya enfermo y algo decrépito. Su historia es tan bella como debió ser el árbol en su momento más álgido, que corresponde cuando una persona amante de esta zona se enteró apoyada en este árbol del fallecimiento de su madre. En ese momento se dio cuenta que el árbol estaba marcado para su tala y aprovechamiento de su madera, ya que había llegado a la edad de 120 años que marcaba su muerte.
Esta persona buscó a los dueños del árbol y pagó el valor de su madera, para salvarle la vida y dedicárselo a su familiar más querido. Puso una cadena con eslabones y el mensaje "A su querida memoria 1840-1924". Cada cierto tiempo los forestales aumentan un eslabón en la misma para evitar el estrangulamiento del tronco con el crecimiento del árbol.
Pocos árboles tienen una historia tan bonita. No se si quisiera ser protagonista o ejecutor de una parecida.... O por que no, de ambas.
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