lunes, 30 de diciembre de 2013

Olma de Layos, Toledo

Olmo 
(Ulmus minor)
Olma de Layos, Toledo

El Duero nace en Soria, en los Picos de Urbión y riega con sus aguas gran parte de la antigua Castilla, dando tremenda vida a todo su recorrido y he visto lo que ofrece en varios de sus tramos. Antonio Machado, sevillano de cuna, se enamoró de este río y de su cauce y así lo manifestó en los más bonitos poemas del siglo pasado. Amó a estas tierras castellanas como si hubiera nacido aquí, y aquí escribió  y encumbró a los Olmos castellanos como si fueran el ápice de la vida. Nadie como él pudo sentir el alma de estos árboles y de estas tierras, que ciertamente una vez conocidas, te enamoras de sus vidas y de sus gentes. El Olmo de Layos también es castellano, aunque no está en el Duero. Pero su figura es, como si lo estuviera. Cuidado, precioso y limpio, se sitúa frente a la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena. Y tan bello es, que para mí puede ser el baluarte de lo que debe ser el futuro medioambiental en el planeta. Este ser, en cada día de existencia realiza la fotosíntesís, para absorber el dióxido de carbono ambiental y mediante la producción de azucares, convertirlo en energía y carbono sólido, al que llamamos madera.
Los políticos se están pegando literalmente y lo están trasladando a nuestra sociedad, en el intento (aunque sea más económico que medioambiental), de producir energías más limpias, que no sean originadas por la combustión de combustibles fósiles. Y realmente no están equivocados, ya que esta sustitución en el origen de la energia es muy importante. Pero olvidan lo principal, que el progreso, aunque muy importante,  no es suficiente. Nuestra generación anterior utilizaba coches que consumian 10 o 12 litros cada 100 Km o no reciclaban ningún tipo de residuo.
Ahora tenemos coches con un consumo de 4 o 5 litros y reciclamos más de la mitad de lo que generamos. Pero falta la clave. Ahora circulamos casi seis veces más al año con nuestros coches y generamos más de diez veces residuos. ¿De qué le vale a nuestro planeta, si al final, emitimos más carbono a su atmosfera? Además la previsión es de crecer a mayor velocidad aún. La clave no está en esto, sin duda. La verdadera clave no está en la reducción de emisiones, que es importante, sino en la absorción de las mismas. Y solo existen dos fábricas de absorción, las plantas, donde los árboles son los verdaderos protagonistas, y el mar, cada vez más esquilmado, acidificado y dañado.
Plantemos pues, millones de árboles donde no los hay, para regenerar las antiguas selvas y bosques mundiales y habremos dado con la clave de nuestra supervivencia y la de generaciones venideras.
Además si esta clave está en individuos como el Olmo de Layos, generaremos belleza allá donde vayamos.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Olmo "EL Pantalones" Jardín Botánico Madrid

 Olmo "EL Pantalones" Jardín Botánico Madrid

Me encanta ir a pasear al Jardín Botánico. Todas sus estaciones son majestuosas, ya que es tal la cantidad de ejemplares de diferentes especies que siempre te asombra algo. Pero lo que más me gusta son los dos euros que se pagan por entrar. Yo lo tomo como una bendita subvención para la subsistencia del jardín, pero lo cierto es que supone olvidarte de las masas del Retiro y disfrutarlo sólo o en compañía de personas que valorar el entorno, o de estudiantes con ganas de formación, o de guías especializados que siempre me atienden amablemente ante cualquier duda. 
Me encanta disfrutar de la Terraza de los Laureles y de su exposición permanente de Bonsáis. Pocas poblaciones pueden tener un museo con estas calidades, que sumado al Museo de Alcobendas hacen de Madrid un sitio privilegiado.
Llevo muchos años queriéndome apuntar a las charlas del botánico los jueves por la tarde, pero mi ubicación familiar y el trabajo diario me arrastran a perdérmelo. Seguro que termino haciéndolo.

Espero que con estas líneas, no se me llene el jardín más botánico de Madrid, y pueda seguir leyendo a los pies de los grandiosos Almeces del parque, o por qué no, en compañía de su anciano más prestigioso, nuestro amigo El Pantalones.
Olmo grandioso, y de forma singular, asemeja unos pantalones dados la vuelta. Posee una forma singular y rara para ser un olmo, y es tan alto que se puede ver prácticamente desde todo el jardín, sobre todo en invierno, donde evitamos la tremenda frondosidad del resto de los especímenes.
Me gusta mucho el Botánico, por mi manera de ser y por mi principal afición, pero tengo otra pasión cercana. Cuando acabo, me acerco siempre a mi terraza preferida, al Café del Botánico. Si te sientas en su terraza y te tomas un café (otra de mis pasiones internas) puedes ver el Gran Madrid. Por un lado, el Museo del Prado, por el otro el Real Jardín Botánico, más allá la Iglesia de los Jerónimos, hacia arriba, el Retiro y de frente el más bonito de los hoteles madrileños, el Palace Hotel. Pero sin duda, eso no sería nada si no los acompañasen los árboles singulares que colindan todos estos edificios increíbles. El gran Almez y los grandes Cedros del Líbano del Museo del Prado, así como Cedros, Pinsapos, Piceas del Himalaya, Magnolios y Plátanos del Paseo del Prado